“Padre mío, que estás en el Cielo:
¡Cómo es dulce y suave saber que Tú eres mi Padre y que yo soy tu Hijo! Sobre todo cuando está obscuro el cielo de mi alma y más pesada es mi cruz, es cuando siento la necesidad de repetirte:
¡Padre, creo en Tu amor por mí!
Sí, ¡creo que Tú eres para mí, PADRE en cada momento de la vida, y que yo soy tu(a) hijo(a)!
¡Creo que me amas con un amor infinito!
Creo que velas día y noche sobre mí que ni siquiera un cabello se cae de mi cabeza sin Tu permiso!
Creo que Tú, Infinita Sabiduría, hace que todo sirva para el beneficio de los que te aman. ¡Y aun bajo las manos que golpean, yo beso Tu mano que sana!
Creo, ¡pero aumenta en mí la fe, la esperanza y la caridad!
Enséñame a ver siempre Tu amor como guía en cada evento de mi vida.
Enséñame a abandonarme a Ti como un niño en los brazos de la mamá.
PADRE, ¡Tú sabes todo, Tú ves todo, Tú me conoces mejor de lo que me conozco yo mismo: tú puedes todo y Tú me amas!
PADRE mío, dado que Tú quieres que siempre recurramos a Ti, heme aquí con confianza para pedirte con Jesús y María... (Pedir la gracia que se desea).
Por esta intención, uniéndome a sus Sacratísimos Corazones, Te ofrezco todas mis oraciones, mis sacrificios y mortificaciones, todas mis acciones y una mayor fidelidad a mis deberes.
¡Dadme la luz, la gracia y la fuerza del Espíritu Santo!
Confírmame en este Espíritu, de modo que yo no lo pierda nunca, ni lo entristezca, ni lo debilite en mí. ¡PADRE mío, en nombre de Jesús, Tu Hijo, te lo pido!
Y Tú, ¡oh Jesús, abre tu Corazón y coloca dentro el mío, y con el de María ofrécelo a nuestro Padre Divino!.. ¡Obtenme la gracia que necesito!
PADRE Divino, llama Ti a todos los hombres.
¡Que el mundo entero proclame Tu Paternal Bondad y tu Divina Misericordia!
Sé para mí tierno PADRE, y protégeme por todas partes como a la pupila de tus ojos.
Haz que yo siempre sea digno(a) hijo(a) tuyo(a). ¡Ten piedad de mí!
PADRE DIVINO, dulce esperanza de nuestras almas: ¡Que Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres!
PADRE DIVINO, bondad infinita que se difunde sobre todos los pueblos: ¡Que Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres!
PADRE DIVINO, rocío beneficioso de la Humanidad: ¡Que Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres!"
(Eugenia Ravasio. Indulgenza parziale Mons. Girard, Vicario Apostolico di Cairo, 9 Ottobre 1935. Jean Card. Verdier, Arcivescovo di Parigi, 8 Maggio 1936)