viernes, 26 de agosto de 2022

Un futuro mejor que deseo construir con vosotros

Mensaje del 25 de agosto de 2022: “Queridos hijos, Dios me permite estar con vosotros y guiaros por el camino de la paz para que, a través de la paz personal, construyáis la paz en el mundo. Yo estoy con vosotros e intercedo por vosotros ante mi Hijo Jesús, para que Él os dé una fe fuerte y la esperanza en un futuro mejor que deseo construir con vosotros. Vosotros, sed valientes y no temáis, porque Dios está con vosotros. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” 
 
(Mensaje de Nuestra Señora en Medjugorje)

viernes, 15 de julio de 2022

El mal actúa en el hombre como nunca antes

Mensaje del 25 junio de 2022: “¡Queridos hijos! Me regocijo con vosotros y os agradezco por cada sacrificio y oración que habéis ofrecido por mis intenciones. Hijos míos, no olvidéis que sois importantes en mi plan de salvación de la Humanidad. Regresad a Dios y a la oración para que el Espíritu Santo obre en vosotros y a través de vosotros. Hijos míos, yo estoy con vosotros en estos días en que Satanás lucha por fomentar la guerra y el odio. La división es fuerte y el mal actúa en el hombre como nunca antes. ¡Gracias por haber respondido mi llamada!” 
 
(Mensaje de Nuestra Señora en Medjugorje)

Para que el bien triunfe en cada hombre

Mensaje del 25 mayo de 2022: "¡Queridos hijos! Os miro y doy gracias a Dios por cada uno, porque Él me ha permitido estar todavía con vosotros, para animaros a la santidad. Hijos míos, la paz está deteriorada y Satanás quiere la tribulación. Por lo tanto, que vuestra oración sea aún más fuerte con el fin de que todo espíritu impuro de división y de guerra sea silenciado. Sed constructores de paz y portadores de la alegría del Resucitado en vosotros y a vuestro alrededor, para que el bien triunfe en cada hombre. ¡Gracias por haber respondido mi llamada!" 
 
(Mensaje de Nuestra Señora en Medjugorje)

miércoles, 6 de abril de 2022

Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María

El Papa Francisco consagró toda la Humanidad, especialmente a Ucrania y Rusia, al Inmaculado Corazón de María el 25 de marzo de 2022, con la participación de obispos, sacerdotes y fieles de todo el mundo, pidiendo especialmente la paz para el mundo y el fin de la guerra y todas las guerras. El Papa Francisco y todos los obispos, sacerdotes y fieles rezaron la siguiente hermosa oración: 
 
Acto de Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María: 
 
“Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la Paz. 
 
Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor. 
 
En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la Humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura. Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?” Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio. 
 
Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3). Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la Humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna. 
 
Acoge, oh Madre, nuestra súplica. 
Tú, Estrella del Mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra. 
Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación. 
Tú, “Tierra del Cielo”, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo. 
Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar. 
Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear. 
Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar. 
Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad. 
Reina de la Paz, obtén para el mundo la paz. 
 
Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada. 
 
Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la Cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu Madre» (v. 27). Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la Humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la Cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria. 
 
Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la Humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El “sí” que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz. Confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo. 
 
Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.”

viernes, 1 de abril de 2022

Escucho vuestro clamor y vuestras oraciones por la paz

Mensaje del 25 de marzo de 2022: “¡Queridos hijos! Escucho vuestro clamor y vuestras oraciones por la paz. Durante años, Satanás ha estado luchando a favor de la guerra. Por eso, Dios me ha enviado entre vosotros, para conduciros por el camino de la santidad, porque la Humanidad se encuentra en una encrucijada. Os invito a regresar a Dios y a los Mandamientos de Dios para que estéis bien en la Tierra y para que salgáis de esta crisis en la que habéis entrado por no escuchar a Dios que os ama y quiere salvaros, y llevaros a una vida nueva. ¡Gracias por haber respondido mi llamada!” 
 
(Mensaje de Nuestra Señora en Medjugorje)