Apariciones de Nuestra Señora en Ghiaie di Bonate.
El mayo de 1944, Nuestra Señora se aparició en Ghiaie di Bonate, Italia, a Adelaide Roncalli, 7 años. Muchas personas fueron a las apariciones y vieron fenómenos solares y curas. Vea los mensajes de Ghiaie di Bonate:
Primera aparición, 13 de mayo de 1944: Adelaide Roncalli fue a recoger flores de sambuco y de margarita a lo largo del camino. Nuestra Señora se aparició con la Sagrada Familia y dijo: "Espera no te vayas yo no te haré ningún daño yo soy Vuestra Señora! Tú tienes que ser buena, obediente, respetuosa con el prójimo y sincera: reza bien y vuelve siempre a este lugar durante nueve tardes a esta hora.”
Segunda aparición, 14 de mayo de 1944: La bella Señora se aparició con la Sagrada Familia y dijo: “Tu tienes que ser buena, obediente, sincera y rezar bien, ser respetuosa con el prójimo. Cuando cumplas 14 o 15 años tú tomarás los hábitos y serás Religiosa Sacramentina. Tú sufrirás mucho, pero espera no llores por que después, vendrás conmigo al Paraíso!”
Tercera aparición, 15 de mayo de 1944: Nuestra Señora con la Sagrada Familia más luminosa que lo usual y dijo: “Dile a los tuyos que sí quieren a sus hijos, ellos deben hacer mucha penitencia, orar mucho y evitar ciertos pecados. Si los hombres hacen penitencia la guerra acabará en dos meses, sí hacen lo contrario durará poco menos de 2 años.”
Cuarta aparición, 16 de mayo de 1944: Nuestra Señora miró Adelaide y dijo: “Tantas Madres tienen sus hijos deformes por los pecados serios que han cometido. No cometan más pecados y sus hijos se curarán.” Adelaide pidió una señal y ella respondió: “Eso vendrá también a su tiempo. Ora por los pobres pecadores que necesitan de la oración de los niños.”
Quinta aparición, 17 de mayo de 1944: La Virgen Maria se aparició con ocho pequeños angeles y dijo: “Di al Obispo y a el Papa el secreto que yo te confío… Recomiendo seguir lo que te digo, pero no se lo dirás a ninguna persona.”
Sexta aparición, 18 de mayo de 1944: Nuestra Señora dijo: “Oración y Penitencia. Ruega por los pobres pecadores más obstinados que están muriendo en este preciso momento clavando espadas en mi Corazón. La oración que más me agrada es el Ave María.”
Séptima aparición, 19 de mayo de 1944: Adelaide dijo: “Señora mía, las personas me han dicho que le pregunte si los niños enfermos deben realmente ser traídos aquí para recuperarse.” La Virgen respondió: “No, no es necesario que realmente todos vengan aquí, aquellos que puedan que vengan, según los sacrificios que hagan serán sanados o seguirán enfermos, pero que traten de no cometer pecados más graves.” Adelaide pidió un milagro para que la gente pudiera creer en sus palabras y la Madre de Dios le respondió: “Muchos vendrán y se convertirán y yo seré reconocida por la Iglesia. Medita estas palabras todos los días de tu vida, hazte de coraje en todas las penas. Me verás en la hora de tu muerte y te cubriré bajo mi manto y te llevaré al Cielo.”
Octava aparición, 20 de mayo de 1944: La Virgen Maria dijo: “Mañana será la última vez que yo te hable entonces durante siete días, te permitiré, pensar bien todo lo que te he dicho. Trata de entenderlo bien porque cuando tú seas más grande te servirá mucho sí quieres ser toda mía. Después de estos siete días volveré todavía cuatro veces más.”
Nona aparición, 21 de mayo de 1944: Adelaide dijo: “También esta aparición fue precedida de las palomas y en el punto luminoso se manifestó la Sagrada Familia, vestida como ayer en una iglesia. Hacia la puerta principal había: un asno de color grisáceo, una oveja blanca, un perro de pelo blanco con manchas marrones, un caballo del color marrón usual. Los cuatros animales se arrodillaron y ellos movían la boca como si oraran. De repente el caballo se levantó y pasando por detrás de la Virgen salió por la puerta abierta, se dirigió hacia un campo de azucenas, y no hizo a tiempo a pisar todo lo que el quería, porque San José lo siguió para atraparlo, el caballo cuando vió a San José corrió a esconderse detrás de una pequeña pared que servía de recinto en el campo de azucenas, el caballo se dejó agarrar con docilidad y acompañado de San José volvió a la Iglesia dónde se arrodilló y retomó la oración nuevamente. Ese día expliqué en ese hecho del caballo, que era una mala persona que quiso destruir a los buenos. Ahora puedo explicar simplemente los sentimientos producidos en mí por esa visión. En el caballo ví a una persona soberbia y mala, con mucho poder que abandonó la oración para destruir las azucenas de ese magnífico campo, pisando y malogrando a escondidas la frescura y la simple inocencia. Es de notar que mientras el caballo hacía estragos, en aquel campo, manifestaba un sentido de malicia buscando de no ser visto. Cuando el caballo vió a San José, resolvió abandonar el daño furtivo que había ocasionado para esconderse detrás de la pequeña pared del campo. San José acercándose lo miró con una dulce mirada de reproche y lo condujo a la casa de oración. Mientras el caballo había hecho el daño, los otros animales continuaron la oración. Ese día expliqué en ese hecho del caballo, que era una mala persona que quiso destruir a los buenos. Ahora puedo explicar simplemente los sentimientos producidos en mí por esa visión. En el caballo ví a una persona soberbia y mala, con mucho poder que abandonó la oración para destruir las azucenas de ese magnífico campo, pisando y malogrando a escondidas la frescura y la simple inocencia. Es de notar que mientras el caballo hacía estragos, en aquel campo, manifestaba un sentido de malicia buscando de no ser visto. Cuando el caballo vió a San José, resolvió abandonar el daño furtivo que había ocasionado para esconderse detrás de la pequeña pared del campo. San José acercándose lo miró con una dulce mirada de reproche y lo condujo a la casa de oración. Mientras el caballo había hecho el daño, los otros animales continuaron la oración. Las manchas particulares del pelo del perro son figura de la fidelidad familiar tan corrupta. La puerta abierta del templo es la figura de la libertad que Dios da a cada criatura."
Décima aparición, 28 de mayo de 1944: Nuestra Señora se aparició con dos Santos y dijo: “Ora por los pecadores obstinados que hacen sufrir mi Corazón porque ellos no piensan sobre la muerte. También ora por el Santo Padre, que está pasando momentos muy feos. Tantos son los que lo maltratan y muchos son los que atentan contra su vida. Yo lo protegeré y Él no saldrá del Vaticano. La paz no tardará, pero mi Corazón anhela para el mundo que todos se amen como hermanos. De esta forma el Papa sufrirá menos.” La Señora tenía entre las manos dos palomas negras que simbolizan la unión que deben tener los consortes para formar a las familias santas, a la mirada vigilante de la Virgen. Todavía nos enseña que no se puede ser una familia santa sin vivir en confianza entre las manos maternales de Nuestra Señora. La Señora no reveló el nombre de eso dos Santos que tenía a sus lados. Sólo por mí inspiración interior, Adelaide tuvo la intuición clara de sus nombre: San Mateo y San Judas.
Undécima aparición, 29 de mayo de 1944: La bella Señora sonrió con pequeños Ángeles y dijo a Adelaide: “Los enfermos que desean recuperarse tienen que tener mayor confianza y santificar su sufrimiento si quieren ganar el Cielo. Si no hacen esto, no tendrán el premio y se los castigará severamente. Yo espero que todos aquellos que conozcan mis palabras harán un mayor esfuerzo para ir al Paraíso. Aquellos que sufran sin lamentarse recibirán de mí y de mi hijo cualquier cosa que quieran. Ora mucho por esas personas que tienen el alma enferma. Porque mi hijo Jesús murió en la Cruz para salvarlos. Muchos no entienden estas palabras de mí y por esto sufro mucho.”
Duodécima aparición, 30 de mayo de 1944: La Señora dijo a Adelaide con pequeños Ángeles y dijo: “Querida niña, tú eres toda mía y también eres querida en mi corazón, mañana yo te dejaré en este valle de llanto y de dolor. Me volverás a ver en la hora de tu muerte y envuelta en mi manto yo te llevaré al Cielo. Contigo llevaré a los que te comprenden y sufren.”
Decimatercera aparición, 31 de mayo de 1944: Nuestra Señora dijo a Adelaide con la Sagrada Familia: “Querida hija, me duele dejarte, pero mi tiempo ha pasado, no te preocupes que por un tiempo no me verás. Piensa sobre lo que yo te he dicho. En el tiempo de tu muerte tú me volverás a ver. En este valle de verdaderos dolores tú serás una pequeña mártir. No pierdas coraje, desea muy pronto mí triunfo. Ruega por el Papa y dile que pronto yo deseo estar presente en este lugar para todos. Cualquier cosa que se me pida yo intercederé ante mi hijo. Yo seré tu recompensa y el martirio será alegre. Estas mis palabras serán de consuelo en esta prueba. Lleva todo con paciencia que tú entrarás conmigo en el Paraíso. Aquellos que voluntariamente te hagan sufrir no entrarán en el Paraíso, si primero no reparan profundamente lo que te han hecho. Alégrate que nos veremos de nuevo pequeña mártir.”