sábado, 24 de septiembre de 2016

Oración, Historia y Novena a San Rafael Arcángel

Patrono: De los enfermos, ciegos, viajeros y novios.

San Rafael es uno de los Arcángeles. Rafael fue enviado por Yaveh para acompañar a Tobías, hijo de Tobit, en un viaje. El ayudó Tobías a conseguir una esposa piadosa, Sara, quien había visto morir a siete prometidos debido a que un demonio, de nombre Asmodeo, estaba enamorado de la mujer y mataba al esposo en la noche de bodas. En un principio, Rafael se presenta como Azarías. En el fin Del viaje, el cura la ceguera de Tobit y se manifiesta como “Ángel Rafael, uno de los siete en la presencia del Señor”. Rafael dio instrucciones a Tobías para pescar un pez y extraer las vísceras que usaría más tarde para alejar al demonio Asmodeo enamorado de Sara y curar la ceguera de su padre. Debido a esto, a Rafael es el protector de los novios. 

Usted puede leer la hermosa historia de Tobías, Rafael, Tobit y Sarra, que esta en el Libro de Tobías de la Biblia y en esta Novena. 

Novena a San Rafael Arcángel: 

Oración a San Rafael Arcángel: (Para todos los días) "Glorioso San Rafael Arcángel, Ángel de sanidad y amor divino, Tu sanaste a Tobit de ceguera, sana también nuestras enfermedades de cuerpo y de alma. Sana nuestros corazones llenos de heridas. Trae el bálsamo de la misericordia de Dios para nuestras vidas. Ayuda a los hospitales, doctores, enfermeros, y los que cuidan de los enfermos. Proporciona nuevos medicamentos para la curación y alivio de la enfermedades. Protega al mundo contra las plagas y las epidemias. Tu ayudaste Tobías en el viaje. Protega a todos los viajeros y misioneros. Tu ayudaste a Sara en su compromiso. Nuestros matrimonios, noviazgos y esponsales. Protega a nuestras familias contra la división, adulterio, discordia y falta de amor. Intercede por la gracia que necesito... (haga la petición). Amén."

Primer día: (Tobías 1, 3. 2, 1-18. 3,1) Tobit se quedó ciego: “Yo, Tobit, he andado por caminos de verdad y en justicia todos los días de mi vida y he repartido muchas limosmas entre mis hermanos y compatriotas, deportados conmigo a Nínive, al país de los asirios. En el reinado de Asarjaddón pude regresar a mi casa y me fue devuelta mi mujer Ana y mi hijo Tobías. En nuestra solemnidad de Pentecostés, que es la santa solemnidad de las Semanas, me habían preparado una excelente comida y me dispuse a comer. Cuando me presentaron la mesa, con numerosos manjares, dije a mi hijo Tobías: ‘Hijo, ve a buscar entre nuestros hermanos deportados en Nínive a algún indigente que se acuerde del Señor y tráelo para que coma con nosotros. Te esperaré hasta que vuelvas, hijo mío.’ Fuese, pues, Tobías a buscar a alguno de nuestros hermanos pobres, y cuando regresó me dijo: 'Padre.' Le respondí: ‘¿Qué hay, hijo?’ Contestó: ‘Padre, han asesinado a uno de los nuestros. Le han estrangulado y le han arrojado en la plaza del mercado y aún está allí.’ Me levanté al punto y sin probar la comida, alcé el cadáver de la plaza y lo dejé en una habitación, en espera de que se pusiera el sol, para enterrarlo. Volví a entrar, me lavé y comí con aflicción acordándome de las palabras que el profeta Amós dijo contra Betel: Vuestras solemnidades se convertirán en duelo y todas vuestras canciones en lamento. Y lloré. Cuando el sol se puso, cavé una fosa y sepulté el cadáver. Mis vecinos se burlaban y decían: ‘Todavía no ha aprendido. Pues, en efecto, ya habían querido matarme por un hecho semejante. Apenas si pudo escapar y ya vuelve a sepultar a los muertos.’ Aquella misma noche, después de bañarme, salí al patio y me recosté contra la tapia, con el rostro cubierto a causa del calor. Ignoraba yo que arriba, en el muro, hubiera gorriones; me cayó excremento caliente sobre los ojos y me salieron manchas blancas. Fui a los médicos, para que me curasen; pero cuantos más remedios me aplicaban, menos veía a causa de las manchas, hasta que me quedé completamente ciego. Cuatro años estuve sin ver. Todos mis hermanos estaban afligidos. Ajikar, me replicó: '¿Dónde están tus limosnas y tus buenas obras? ¡Ahora se ve todo bien claro!’ Anegada entonces mi alma de tristeza, suspirando y llorando, comenzé a orar con gemidos.'”  

Segundo día: (Tobías 3, 7-11. 16-17) Sufrimiento de Sarra, Raguel y Edna: “Sucedió aquel mismo día, que también Sarra, hija de Ragüel, el de Ecbátana de Media, fue injuriada por una de las esclavas de su padre, porque había sido dada en matrimonio a siete hombres, pero el malvado demonio Asmodeo los había matado antes de que se unieran a ella como casados. La esclava le decía: ‘¡Eres tú la que matas a tus maridos! Ya has tenido siete, pero ni de uno siquiera has disfrutado. ¿Nos castigas porque se te mueren los maridos? ¡Vete con ellos y que nunca veamos hijo ni hija tuyos!’ Entonces Sarra, con el alma llena de tristeza, se echó a llorar y subió al aposento de su padre con intención de ahorcarse. Pero, reflexionando, pensó: ‘Acaso esto sirva para que injurien a mi padre y le digan: Tenías una hija única, amada y se ha ahorcado porque se sentía desgraciada. No puedo consentir que mi padre, en su ancianidad, baje con tristeza a la mansión de los muertos. Es mejor que, en vez de ahorcarme, suplique al Señor que me envíe la muerte para no tener que oír injurias durante mi vida.’ Y en aquel momento, extendiendo las manos hacia la ventana, oró así: ‘Bendito seas tú, Dios de misericordias, y bendito sea tu Nombre por los siglos, y que todas tus obras te bendigan por siempre.’ Fue oída en aquel instante, en la Gloria de Dios, la plegaria de ambos y fue enviado Rafael a curar a los dos: a Tobit, para que se le quitaran las manchas blancas de los ojos y pudiera con sus mismos ojos ver la luz de Dios; y a Sarra la de Ragüel, para entregarla por mujer a Tobías, hijo de Tobit, y librarla de Asmodeo, el demonio malvado; porque Tobías tenía más derechos sobre ella que todos cuantos la pretendían. En aquel mismo momento se volvía Tobit del patio a la casa, y Sarra, la de Ragüel, descendía del aposento.” 

Tercer Día: (Tobías 4, 1-2, 21-23, 5, 4-22.) Tobías encuentra el Ángel Raphael: “Tobit dijo a Tobías: ‘También quiero decirte que dejé en depósito a Gabael, hijo de Gabrí, en Ragués de Media, diez talentos de plata. No debes preocuparte, hijo, porque seamos pobres. Muchos bienes posees si temes a Dios, huyes de todo pecado y haces lo que es bueno ante el Señor tu Dios.’ Salió Tobías a buscar un hombre que conociera la ruta y fuera con él a Media. En saliendo, encontró a Rafael, el ángel, parado ante El. Pero no sabía que era un ángel de Dios. Díjole, pues: ‘¿De dónde eres, joven?’ Le respondió: ‘De los israelitas, tus hermanos y ando en busca de trabajo.’ Díjole Tobías: ‘¿Conoces la ruta de Media?’ Respondió: ‘Sí, he estado allá muchas veces y conozco al detalle todos los caminos. He ido a Media con frecuencia y he sido huésped de Gabael, nuestro hermano, el que vive en Ragués de Media. Hay dos jornadas de camino entre Ecbátana y Ragués, pues Ragués está en la montaña y Ecbátana en el llano.’ Tobías le dijo: ‘Espérame, joven, que voy a decírselo a mi padre, porque necesito que vengas conmigo; y yo te pagaré tu sueldo.’ El le dijo: ‘Te espero, pero no tardes.’ Fuese Tobías a informar a su padre y le dijo: ‘Ya he encontrado un hombre, que es israelita, hermano nuestro.’ Contestóle Tobit: ‘Llámale, para que yo sepa a qué familia y tribu pertenece, y si es digno de confianza para que te acompañe, hijo.’ Salió Tobías, le llamó y le dijo: ‘Joven, mi padre te llama.’ Entró el ángel y Tobit se adelantó a saludarle; el ángel contestó: ‘Que disfrutes de mucha alegría.’ Replicó Tobit: ‘¿Qué alegría puedo disfrutar ya? Estoy ciego y no puedo ver la luz del cielo; yazgo en tinieblas como los muertos, que no contemplan la luz; vivo como un muerto; oigo la voz de los hombres, pero no los veo.’ Le dijo el ángel: ‘Ten confianza, que Dios te curará dentro de poco. Ten confianza.’ Tobit le dijo: ‘Mi hijo Tobías quiere ir a Media. ¿Puedes ir con él y servirle de guía? Yo te daría tu salario, hermano.’ El respondió: ‘Puedo ir con él, pues conozco al detalle todos los caminos y he viajado a Media con frecuencia; he recorrido todos sus llanos y sus montes y tengo conocimiento de todas sus rutas.’ Tobit le dijo: ‘¿Querrías decirme, hermano, a qué familia y tribu perteneces? Le respondió el ángel: ‘¿Qué puede importar mi tribu?’ Tobit insitió: ‘Me gustaría, hermano, saber con seguridad tu tribu y nombre.’ Respondió el ángel: ‘Yo soy Azarías, hijo del gran Ananías, uno de tus hermanos.’ Le dijo Tobit: ‘Seas venido sano y salvo, hermano; y no lleves a mal, hermano, mi deseo de conocer con certeza tu nombre y familia. Resulta ahora que eres de mi parentela y que perteneces a un linaje bueno y honrado. He conocido a Ananías y a Natán, los dos hijos del gran Semeías; ellos iban conmigo a Jerusalén y conmigo adoraban allí, sin desviarse del buen camino. Tus hermanos son hombres de bien; de buen linaje procedes. ¡El gozo sea contigo!’ Y añadió: ‘Te daré como sueldo una dracma por día, y en lo demás tendrás el mismo trato que mi hijo. Vete con mi hijo y después te añadiré un sobresueldo.’ Le dijo el ángel: ‘Partiré con él y no abrigues temor; sanos partimos y sanos regresaremos a ti, porque la ruta es segura.' Le respondió Tobit: ‘Bendito seas, hermano.’ Y llamando a su hijo le anunció: ‘Hijo, prepara las cosas para el camino y emprende la marcha con tu hermano; que el Dios que está en los cielos os proteja allí y os devuelva a mí sanos; y su ángel os acompañe con su protección, hijo.’” 

Cuarto día: (Tobías 6, 1-9) Rafael en el viaje con Tobías: “Partió el muchacho en compañía del ángel, y el perro les seguía. Yendo de camino, aconteció que una noche acamparon junto al río Tigris. Bajó el muchacho al río a lavarse los pies, cuando saltó del agua un gran pez que quería devorar el pie del muchacho. Este gritó pero el ángel le dijo: ‘¡Agarra el pez y tenlo bien sujeto!’ El muchacho se apoderó del pez y lo arrastró a tierra. El ángel añadió: ‘Abre el pez, sácale la hiel, el corazón y el hígado y guárdatelo, y tira los intestinos; porque su hiel, su corazón y su hígado son remedios útiles.’ El joven abrió el pez y tomó la hiel, el corazón y el hígado. Asó parte del pez y lo comió, salando el resto. Luego continuaron su camino, los dos juntos, hasta cerca de Media. Preguntó entonces el muchacho al ángel: ‘Hermano Azarías, ¿qué remedios hay en el corazón, el hígado y la hiel del pez?’ Le respondió: ‘Si se quema el corazón o el hígado del pez ante un hombre o una mujer atormentados por un demonio o un espíritu malo, el humo ahuyenta todo mal y le hace desaparecer para siempre. Cuanto a la hiel, untando con ella los ojos de un hombre atacado por manchas blancas, y soplando sobre las manchas, queda curado.’” 

Quinto día: (Tobías 6, 10-22) Raphael lleva Tobías a Sarra: “Cuando entraron en Media, y estando ya cerca de Ecbátana, dijo Rafael al joven: ‘Hermano Tobías.’ Le respondió: ‘¿Qué deseas?’ Contestó él: ‘Pararemos esta noche en casa de Ragüel; es pariente tuyo y tiene una hija que se llama Sarra. Fuera de ella no tiene más hijos ni hijas; tú eres el más cercano, tienes más derechos sobre ella que todos los demás y es justo que heredes la hacienda de su padre; la muchacha es prudente, valerosa y muy bella y su padre la ama.’ Y añadió: ‘Es justo que la tomes para ti. Escúchame, hermano. Yo hablaré esta noche al padre acerca de la muchacha para que te la conceda como prometida, y a nuestro regreso de Ragués celebraremos la boda. Estoy seguro de que Ragüel no puede negártela, ni dársela a otro, pues se haría reo de muerte, según la sentencia del libro de Moisés, pues él sabe que te asiste el derecho a tomar a su hija por mujer. Así pues, óyeme bien, hermano; hablaremos esta noche sobre la muchacha y que la den como prometida; y cuando volvamos de Ragués, la tomaremos y la llevaremos con nosotros a tu casa.’ Tobías respondió a Rafael: ‘Hermano Azarías, he oído decir que ya ha sido dada a siete maridos y que todos han muerto la noche de bodas; que cuando entraban donde ella, morían; también he oído decir que un demonio los mataba; así que tengo miedo, pues a ella no le hace ningún daño, porque la ama; pero al que intenta acercarse a ella, le mata; yo soy hijo único, y si muero, haré bajar en tristeza al sepulcro, por mi causa, la vida de mi padre y de mi madre. Ellos no tienen otro hijo que les dé sepultura.’ Respondió el ángel: ‘¿Has olvidado las recomendaciones de tu padre, que te mandó tomar mujer de la casa de tu padre? Escúchame bien, hermano: no tengas miedo a ese demonio y tómala; sé bien que esta noche te la darán por mujer. Cuando entres en la cámara nupcial, tomas el corazón del pez y parte del hígado y lo pones sobre las brasas de los perfumes. Se difundirá el aroma y cuando el demonio lo huela, huirá y nunca aparecerá ya a su lado. Y cuando vayas a unirte a ella, levantaos primero los dos y haced oración y suplicad al Señor del Cielo que se apiade de vosotros y os salve. Y no tengas miedo, porque para ti está destinada desde el principio; tú la salvarás; ella se vendrá contigo y te aseguro que te dará hijos que serán para ti como hermanos. No te preocupes.’ Cuando Tobías oyó las razones de Rafael y que era hermana suya, del linaje de la casa de su padre, se enamoró de tal modo que se le apegó el corazón a ella.” 

Sexto día: (Tobías 8, 1-6, 16-19.23) Rafael liberta a Sarra del diablo: “Cuando acabaron de comer y beber, decidieron acostarse, y tomando al joven le llevaron al aposento. Recordó Tobías las palabras de Rafael y, tomando el hígado y el corazón del pez de la bolsa donde los tenía, los puso sobre las brasas de los perfumes. El olor del pez expulsó al demonio que escapó por los aires hacia la región de Egipto. Fuese Rafael a su alcance, le ató de pies y manos y en un instante le encadenó. Los padres salieron y cerraron la puerta de la habitación. Entonces Tobías se levantó del lecho y le dijo: ‘Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve.’ Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo: ‘¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos! Bendígante los cielos, y tu creación entera, por los siglos todos. Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: No es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él. Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad.’ Y dijeron a coro: ‘Amén, amén.’ Y se acostaron para pasar la noche. Se levantó Ragüel y, llamando a los criados que tenía en casa, fueron a cavar una tumba, porque se decía: ‘No sea que haya muerto y nos sirva de mofa y escarnio.’ Cuando tuvieron cavada la tumba, volvió Ragüel a casa, llamó a su mujer y le dijo: ‘Manda a una criada que entre a ver si vive; y si ha muerto, le enterraremos sin que nadie se entere.’ Mandaron a la criada, encendieron la lámpara y abrieron la puerta; y entrando ella vio que estaban acostados juntos y dormidos. Salió la criada y les anunció: ‘Vive, nada malo ha ocurrido.’ Ragüel bendijo al Dios del Cielo, diciendo: ‘¡Bendito seas, oh Dios, con toda pura bendición y seas bendecido por los siglos todos! Seas bendecido por haberme alegrado y no haber ocurrido el mal que temía, sino que has hecho con nosotros según tu gran piedad. Seas bendecido por tener compasión de dos hijos únicos. Ten, Señor, piedad de ellos y dales tu salvación, y haz que su vida transcurra en alegría y piedad.’ Después ordenó a sus criados que rellenasen la fosa antes que amaneciera. Mandó a su mujer cocer una gran hornada. Él fue al establo, tomó dos bueyes y cuatro carneros y ordenó que los aderezaran. Y comenzaron los preparativos. Hizo llamar a Tobías y le dijo: ‘Durante catorce días no te moverás de aquí; te quedarás conmigo comiendo y bebiendo y llenarás de gozo el corazón de mi hija por sus tristezas pasadas.’” 

Séptimo día: (Tobías 11, 1-17) Rafael cura a Tobías: “Cuando llegaron cerca de Kaserín, que está frente a Nínive, dijo Rafael: ‘Tú sabes bien en qué situación dejamos a tu padre. Vamos a adelantarnos nosotros a tu mujer para preparar la casa, mientras llegan los demás.’ Prosiguieron, pues, los dos juntos. Él ángel le dijo: ‘Toma contigo la hiel.’ El perro seguía detrás de ellos. Estaba Ana sentada, con la mirada fija en el camino de su hijo. Tuvo la corazonada de que él venía y dijo al padre: ‘Mira, ya viene tu hijo y el hombre que le acompañaba.’ Rafael iba diciendo a Tobías, mientras se acercaban al padre: ‘Tengo por seguro que se abrirán los ojos de tu padre. Untale los ojos con la hiel del pez, y el remedio hará que las manchas blancas se contraigan y se le caerán como escamos de los ojos. Y así tu padre podrá mirar y ver la luz.’ Corrió Ana y se echó al cuello de su hijo, diciendo: ‘¡Ya te he visto, hijo! ¡Ya puedo morir!’ Y rompió a llorar. Tobit se levantó y trompicando salió a la puerta del patio. Corrió hacia él Tobías, llevando en la mano la hiel del pez; le sopló en los ojos y abrazándole estrechamente le dijo: ‘¡Ten confianza, padre!’ Y le aplicó el remedio y esperó; y luego, con ambas manos le quitó las escamas de la comisura de los ojos. Entonces él se arrojó a su cuello, lloró y le dijo: ‘¡Ahora te veo, hijo, luz de mis ojos!’ Y añadió: ‘¡Bendito sea Dios! ¡Bendito su gran Nombre! ¡Bendito todos sus santos ángeles! ¡Bendito su gran Nombre por todos los siglos! Porque me había azotado, pero me tiene piedad y ahora veo a mi hijo Tobías.’ Tobías entró en casa lleno de gozo y bendiciendo a Dios con toda su voz. Luego contó a su padre el éxito de su viaje, cómo traía el dinero y cómo se había casado con Sarra, la hija de Ragüel, y que venía ella con él y estaba ya a las puertas de Nínive. Tobit salió al encuentro de su nuera hasta las puertas de Nínive, bendiciendo a Dios, lleno de gozo. Cuando los de Nínive le vieron caminar, avanzando con su antigua firmeza, sin necesidad de lazarillo, se maravillaron. Tobit proclamó delante de ellos que Dios se había compadecido de él y le había abierto los ojos. Se acercó Tobit a Sarra, la mujer de su hijo, y la bendijo diciendo: ‘¡Bienvenida seas, hija! Y bendito sea tu Dios, hija, que te ha traído hasta nosotros. Bendito sea tu padre, y bendito Tobías, mi hijo, y bendita tú misma, hija. Bienvenida seas, entra en tu casa con gozo y bendición.’ Todos los judíos de Nínive celebraron fiesta aquel día. También Ajikar y Nabad, primos de Tobit, vinieron a congratularle.’” 

Octavo día: (Tobías 12, 1-10) Consejos del Ángel Rafael: “Acabados los días de la boda, llamó Tobit a su hijo Tobías y le dijo: ‘Hijo, ya es tiempo de pagar el salario al hombre que te acompañó. Y le añadirás un sobresueldo.’ Respondió Tobías: ‘Padre, ¿qué salario puedo darle? Aun entregándole la mitad de la hacienda que traje conmigo, no salgo perdiendo. Me ha guiado incólume, ha cuidado de mi mujer, me ha traído el dinero y te ha curado a ti. ¿Qué salario voy a darle?’ Díjole Tobit: ‘Hijo, bien merece que tome la mitad de cuanto trajo.’ Le llamó, pues, Tobías y le dijo: ‘Toma como salario la mitad de todo cuanto trajiste y vete en paz.’ Entonces Rafael llevó aparte a los dos y les dijo: ‘Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los bienes que os ha concedido, para bendecir y cantar su Nombre. Manifestad a todos los hombres las acciones de Dios, dignas de honra, y no seáis remisos en confesarle. Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también es bueno proclamar y publicar las obras gloriosas de Dios. Practicad el bien y no tropezaréis con el mal. ‘Buena es la oración con ayuno. Y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro. La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los limosneros tendrán larga vida. Los pecadores e inicuos son enemigos de su propia vida.’” 

Noveno día: (Tobías 12,11-22) Rafael se revela como Ángel enviado por Dios: “Azarías dijo a Tobías e Tobit: ‘Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Ya os he manifestado que es bueno mantener oculto el secreto del rey y que también es bueno publicar las obras gloriosas de Dios. Cuando tú y Sarra hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo hacía cuando enterrabas a los muertos. Cuando te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida, para esconder un cadáver, era yo enviado para someterte a prueba. También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tú nuera Sarra. Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor.’ Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror. El les dijo: ‘No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre. Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir todos los días, a él debéis cantar. Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia. Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios. Mirad, yo subo al que me ha enviado. Poned por escrito todo cuanto os ha sucedido.’ Y se elevó. Ellos se levantaron pero ya no le vieron más. Alabaron a Dios y entonaron himnos, dándole gracias por aquella gran maravilla de habérseles aparecido un ángel de Dios.”

Apariciones de San Rafael en el mundo: San Rafael Arcángel es el protector de la ciudad de Córdoba, España. El apareció varias veces al padre Roelas en el año 1578. La ciudad estaba en grande epidemia y muchas personas murieron. El 7 de mayo, San Rafael se apareció y dijo: "Juro por Jesús Crucificado, soy Rafael Ángel a quien Dios puso el guardián de la ciudad." Después, la personas no murieron más a causa de la peste. En 1575, se descubrió muchas reliquias de mártires en la Basílica inferior de San Pedro. Ellos se agruparon en una fosa común. San Rafael apareció al sacerdote Roelas y respondió que eran mártires cristianos. Em el año de 1583, durante el Consejo de Toledo, se comprobó que eran realmente auténticas.